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Intolerancia a la lactosa (I)

homogeneización

Entendemos por intolerancia a la lactosa la incapacidad parcial o total de digerir la misma, es decir, de digerir el azúcar de la leche debido a la falta en nuestro aparato digestivo de una enzima, la lactasa. Aunque el termino intolerancia a la lactosa es el más utilizado también se conoce como intolerancia a la leche, deficiencia de lactasa o deficiencia de disacaridasa.

La lactosa es un azúcar compuesto que se encuentra en la leche de los mamíferos como vacas, ovejas, cabras e incluso en los humanos. Esta se compone de dos azúcares simples, la glucosa y la galactosa. Además de en los lácteos podemos encontrarla en medicamentos o alimentos preparados como la bollería, el pan, purés, etc.

Composición de la lactosa

Composición de la lactosa

Para que nuestro organismo pueda absorber la lactosa necesitamos que los niveles de lactasa sean óptimos o que esta realice bien su labor. Cuando esto no es así es cuando aparecen los problemas ya que nuestro intestino delgado no es capaz de digerirla bien, pasando al intestino grueso sin descomponerse produciendo ácidos y gases.

La lactasa se produce por tanto en el intestino delgado siendo responsable de la ruptura de la lactosa en la glucosa y la galactosa, que de esta forma, son rápidamente absorbidas y conducidas a la sangre.

Leche con cereales

Leche con cereales

Seguro que os preguntáis como pueden convivir con este problema las personas intolerantes a la lactosa. Pues bien, muchas de ellas pueden consumir leche y otros productos lácteos sin padecer síntomas ya que lo hacen en pequeñas cantidades y normalmente acompañadas de otros alimentos como cereales o café. Otras en cambio necesitan la restricción de la lactosa hasta la desaparición de los síntomas.

La leche es un alimento básico en nuestra dieta y la falta de él puede producir carencias de calcio, vitaminas y proteínas, por lo que para evitar carencias nutricionales los pacientes deben reintroducir la lactosa para inducir al organismo a su tolerancia. Además después del cese de los síntomas se toleran raciones de 12 gramos de la misma, lo que es equivalente aproximadamente a un vaso de leche.

Sin embargo, existen otras opciones como la leche sin lactosa, la cual podemos encontrar actualmente en cualquier supermercado. A esta leche se le eliminan gran parte de los azúcares y la lactosa ya está dividida en glucosa y galactosa.

Otra alternativa es añadir la lactasa a la leche tras su calentamiento o tomarla en cápsulas antes de cada digestión.

Derivados de la leche

Derivados de la leche

¡Como veis hay muchas opciones para poder disfrutar de un alimento tan rico y sano como es la leche! Pero, ¿qué ocurre con sus derivados?

Pues bien, la fermentación de la leche aumenta la tolerancia a la lactosa debido a su transformación en ácido láctico, por lo que productos como el queso, el yogur u otras leches fermentadas pueden ser mejor digeridas por personas intolerantes, ya que además de presentar niveles mínimos de lactosa, los microorganismos presentes en estos alimentos sintetizan la lactasa y compensan su carencia en estas personas.

 

 

 

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